10 de julio de 2015
Entrevista a Jean Luc-Imhof, Responsable de Programas de África del Oeste de Terre des hommes-Lausanne
«Una familia sin recursos en África acaba poniendo a sus hijos a merced de su empleador en una situación de vulnerabilidad«
Jean-Luc Imhof lleva 20 años trabajando para Terre des hommes. Primero como coordinador de proyectos en Ruanda y después como jefe de las delegaciones de Guinea, Nigeria o Benin. Actualmente, es Responsable de Programas de África del Oeste. Adelantamos un fragmento de la entrevista que se publicará integra en el próximo número de la revista TDH.
¿Cómo se desarrolla su trabajo diario como Responsable de Programas de África occidental en Terre des hommes?
Mi trabajo consiste en estar pendiente de las delegaciones y de tomar las decisiones estratégicas financieras, humanas y logísticas ligadas a los proyectos. La comunicación con el terreno es esencialmente por mail o skype y con una visita anual a cada uno de los países. Esto representa alrededor de diez misiones en siete países y dos o tres reuniones regionales temáticas, con lo que supone más de cuatro meses sobre el terreno cada año.
De acuerdo con el plan estratégico actual de Tdh para África, ¿En qué grandes áreas temáticas se van a centrar vuestros proyectos?
Actualmente, trabajamos reforzando el sistema de protección de la infancia, concretamente protegemos acompañando a los niños y niñas que están en situación de movilidad y en procesos de migración, así como en conflicto con la Ley con proyectos de justicia juvenil restaurativa. Respecto a la salud materno-infantil, lo que hacemos es acompañar al Estado en el refuerzo del sistema de salud para mejorar las condiciones de higiene, agua y saneamiento y el acceso de las familias a los centros de salud para que tengan una adecuada asistencia. Paralelamente, de acuerdo con la experiencia de Burkina Faso, nuestro deseo es incorporar la seguridad alimentaria en los proyectos de protección y salud.
Desarrolláis varios proyectos sobre protección de menores migrantes no acompañados. ¿Cuáles son los peligros a los que los niños y niñas deben hacer frente?, ¿cómo trabajáis en la protección de esos menores durante los desplazamientos?
La migración es un fenómeno muy complejo, amplio e importante en el África occidental. Gran parte de nuestro trabajo es informar, formar y acompañar al personal estatal (social, de justicia, seguridad e interior) en la prevención de las migraciones de riesgo, en la preparación de un proceso migratorio seguro y en un entorno protector para esos menores. Es fundamental entender los mecanismos existentes y las medidas de protección de las comunidades respecto a estos menores. Tierra de hombres les acompaña para consolidar el entorno protector de los niños y niñas en movilidad. Por ejemplo, los menores migrantes conocen mejor su destino final y su proyecto personal. Gracias a nuestro trabajo, tienen un conocimiento sobre la comunidad de acogida e incluso un número de teléfono para acudir a un entorno adecuado y protector.
Uno de los proyectos que tiene mayor impacto en España es el de las «Petites Bonnes» en Mauritania. En el marco de este proyecto, se lucha contra la explotación laboral de las niñas en el servicio doméstico que, además, son maltratadas e incluso a veces violadas e injustamente acusadas de robo. ¿Cómo llega el proyecto a reintegrar a estas chicas?
El proyecto tiene como objetivo detectar a estas niñas en situación de explotación laboral y buscar una salida a su situación de vulnerabilidad. Negociamos tanto con los empleadores (explotadores), como con la familia que ha enviado a su hija a esa casa y con las autoridades locales. Se trata de una gestión para desarrollar un mejor proyecto personal para las niñas. Una de las demandas más solicitadas por las víctimas de explotación laboral es aprender a leer y a escribir. Se organizan por tanto clases de educación informal para, posteriormente, mejorar su integración en el sistema escolar.
¿Cómo podemos evitar que las niñas se vean en esa situación cuando es su familia la que las envían a trabajar a las ciudades?
Se trata de una realidad ligada directamente a la pobreza. Es difícil para una familia conservar a sus hijos e hijas de cara a la gestión cotidiana (educación, salud, alimentación). Es bastante evidente que enviar a sus hijas a esas casas reduce esa carga y ofrece esperanzas de ingresos y de educación. El problema es que la mayoría de las veces no son conscientes de dónde van a parar sus hijas y en qué situación van a estar. Una familia sin recursos en África acaba poniendo a sus hijos a merced de su empleador en una situación de vulnerabilidad. El fenómeno de la explotación de menores trabajadores debe ser combatido desde los gobiernos. La sociedad civil y las ONG hacen un importante trabajo recordando esta obligación pero los progresos son milimétricos.
¿De qué forma se puede cambiar la cultura de un país en el que la sociedad permite sacrificar la educación de los menores para que trabajen y proporcionen recursos a sus familias?
El cambio se realizará mejorando las condiciones de vida y reduciendo la pobreza. En una sociedad que acaba de salir de la esclavitud tradicional sustituyéndola por una esclavitud moderna, es preciso entender que los padres, como los niños y niñas, tienen el reto de no volver a caer en el mismo sistema de sometimiento a los amos. Estos últimos se hacen cargo de ellos para su alojamiento, alimentación y ciertas cargas sociales. Una forma de establecer una esclavitud disfrazada de trabajo remunerado.
¿Cuál es el proyecto que le gustaría desarrollar pero que todavía no ha tenido oportunidad?
He coordinado muchos proyectos y programas de Tdh en sus diferentes políticas temáticas. Sin lugar a dudas, los programas de justicia juvenil son los más emocionantes, ya que se trabaja a través de la soberanía del Estado. Esto coloca a Tierra de hombres en el corazón del Estado entre los ministerios de justicia, seguridad, interior, defensa y acción social. Actuar para conseguir la remisión de un menor en un Estado es un reto apasionante.
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