23 de enero de 2013
Entrevista Óscar Vásquez
“El castigo no enseña, reprime y resulta perjudicial para el desarrollo de los adolescentes”
Abogado de profesión, Óscar Vásquez trabaja para la Fundación Tierra de hombres en Perú desde 2010. Imparte asesorías especializadas a distintos actores del Estado y la sociedad civil sobre Justicia Juvenil Restaurativa, un área de trabajo fundamental para el desarrollo y la formación de un adolescente.
¿Qué ventajas ofrece el modelo restaurativo frente al retributivo?
El modelo de Justicia Juvenil Restaurativa tiene respeto por las personas, es más humano pero también mucho más efectivo. Lo más importante es que los actores involucrados en un delito tengan una participación activa y consensuada y que se atiendan las necesidades y los intereses tanto de de la víctima, como de la persona que cometió la infracción y de la comunidad.
¿Qué consecuencias puede tener para un menor una justicia punitiva?
El castigo no enseña, reprime, y resulta más perjudicial para el desarrollo de las personas. De lo que se trata es de aprender de la experiencia y de los errores y la justicia restaurativa propone un modelo en el que el adolescente se haga responsable de sus actos, sea consciente del daño que ha cometido y repare el daño cometido.
Concrétenos algún caso…
En una ocasión, unos adolescentes robaron a un conductor una moto taxi. El equipo de Tierra de hombres actúa como mediador y conseguimos que los adolescentes asumieran su responsabilidad y que se reparase el daño causado a la víctima. ¿Cómo? Cuando infractores y victimas se encontraron, ver llorar al conductor y escucharle decir que la moto taxi era su herramienta de trabajo diaria con la que alimentaba a su familia, a hijos como ellos, conmovió a los adolescentes y, además de pedir disculpas, se comprometieron a pagar en diversas cuotas la moto taxi. La víctima se sintió compensada. Tras el fin del programa, que dura entre 4 y 8 meses, el equipo de Tierra de hombres realiza un seguimiento para mantener el vínculo con el adolescente y confirmar el cambio en el menor.
¿Cuáles son las principales carencias que se encontraron en Perú en materia de Justicia Juvenil Restaurativa y que hizo que Tierra de hombres decidiera apostar por este proyecto?
En América Latina tenemos muy buenas leyes a partir de la Convención de los Derechos del Niño, pero principal dificultad es que estos códigos, muchas veces, no se ponen en práctica. Nosotros lo que hemos conseguido es que se cumpla lo que dictamina el Convención de los derechos del niño, es decir, respeto a los derechos de los niños pero buscando formas de resolver los conflictos. Por tanto el internamiento debe ser el último recurso, hay que respetar los derechos, hay que dar oportunidades, hay que desjudicializar….
¿Qué papel juegan las autoridades públicas en la Justicia Juvenil Restaurativa? ¿Facilitan o frenan el trabajo del proyecto?
El problema de la seguridad ciudadana es un problema mundial y en Perú, a pesar de que tenemos un crecimiento económico importante, tenemos también un aumento enorme de la criminalidad. Hay autoridades que están dispuestas a escuchar, que les interesa este camino, sin embargo, hay otras que no creen que en este tipo de justicia y buscan medidas mucho más rápidas – que no efectivas – y recurren al castigo y a la punición.
¿Cuáles son las principales necesidades o carencias de los menores?
De los aproximadamente 2000 casos que hemos atendido durante estos años (desde 2005), los principales problemas se encuentran en las familias, con un perfil mayoritariamente desestructurado. A lo largo de su vida, los adolescentes no han recibido afecto, han sufrido maltrato, violencia, no han tenido control ni disciplina.. .Son varios los factores que han influido en su desarrollo y cuando los manifiestan, comienzan a tener problemas y algunos llegan incluso a ser expulsados de la escuela, por lo que se ven condicionados a estar en la calle, lo que les lleva a consumir drogas y cometer infracciones.
¿Qué papel juegan las familias en este proyecto?
Es imprescindible trabajar con las familias. Sin la familia no es posible intervenir con el menor y que salgan adelante. Ellos tienen que dar su consentimiento y el objetivo es empoderarles para que sepan afrontar la vida con el problema que ha causado su hijo y fortalecer la función familiar. La familia tiene mucha responsabilidad en la conducta de los adolescentes, por lo que también hay que trabajar con ellos
¿Y las víctimas?
En la sociedad todavía no hay conciencia del papel que deben jugar las víctimas en este proceso. La justicia restaurativa lo que quiere es darles un lugar importante, hacerles participar, ya que han sido olvidadas por los sistemas de justicia. Hay que reivindicar su lugar porque la víctima ha sido maltratada y vulnerada en sus derechos y requiere, además de información y atención, que se le devuelva su dignidad y se le compense por el daño ocasionado.
¿Qué tasa de participación hay por parte de las víctimas?
Son pocas las víctimas que aceptan entrar en el programa y tener un encuentro con su infractor. En Perú no estamos preparados para atenderlas. Las instituciones las maltratan y revictimizan, así que se está trabajando con la policía y el Ministerio Público para sensibilizarles. Sólo en algunos casos son las víctimas las que se interesan por saber qué ha pasado con los adolescentes; Ahí hay una especie de reconciliación porque, en definitiva, son gente que se va a encontrar por la calle tarde o temprano ya que se mueven en el mismo barrio
¿Qué tipo de delitos son los más frecuentes?
Hurtos, robos en grupo, peleas, un 60-70%… Si hay armas es más difícil conseguir la remisión porque hay restricciones. No trabajamos ni homicidios ni violaciones, ni robos con armas porque son delitos graves que acaban en proceso e internamiento entre 3 y 5 años en un centro juvenil cerrado como el Maranguita, que a pesar de ser el más grande, con plazas para hasta 700 adolescentes, no reúne las condiciones necesarias y esa magnitud le impide ofrecer una asistencia personalizada a los menores. Es casi un centro de reclusión.
¿Cómo ve la sociedad este modelo de Justicia Juvenil Restaurativa?¿Es tolerante?
Como vivimos en un sentimiento de inseguridad permanente porque los delitos aumentan, es muy difícil que la sociedad valore el trabajo de Justicia Juvenil Restaurativa . Sin embargo, cuando les explicamos en qué consiste , para qué y para quién lo hacemos, lo entienden y están de acuerdo. Pero por lo general y ante la inseguridad, se piensa que la mejor forma de calmar esos temores de la sociedad es con mano dura y por desgracia, se están aprobando leyes en este sentido en toda América Latina.
¿Qué relación hay entre justicia juvenil y educación?
Es una relación fundamental. La Convención de Derechos del Niño, el Comité de Derechos del Niño, las Reglas de Beijing recogen que la justicia juvenil tiene que ser eminentemente educativa, socioeducativa, sobre todo porque los adolescentes están en un proceso de formación y desarrollo y, además, es una etapa en la que se pueden rectificar actuaciones y comportamientos. La prevención es importante y ha de hacerse cuanto antes mejor y con un enfoque educativo, no punitivo, porque el castigo no forma, el castigo reprime y no enseña habilidades como sí lo hace la educación.
¿Qué falta aún por hacer en materia de JJR? En toda América Latina y en concreto en Perú, falta que los gobiernos estén sensibilizados, que la mano dura no resuelve los problemas, falta más inversión, más educación, más capacitación a los operadores, más servicios de atención a las víctimas. Desde Tierra de hombres estamos demostrando que es factible trabajar con un enfoque de Justicia Juvenil Restaurativa con adolescentes que han cometido alguna infracción y que es posible cambiarlos. Lo que se necesitan son más recursos humanos, más profesionales especializados y una sociedad más sensibilizada
¿En qué punto se encuentra el nuevo Código de la Niñez y la Adolescencia de Perú?
Se encuentra a debate en el Congreso y aunque parece que habrá importantes cambios de mejora también hay propuestas regresivas, sobre todo de sectores muy conservadores que no ven con buenos ojos la participación de los niños y niñas, ni siquiera la utilización de un lenguaje inclusivo o que las niñas puedan tener acceso a los servicios de salud
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