27 de agosto de 2013
La explotación sexual infantil: cómo acabar con una vida
Cuando Laura* tenía quince años, vivía con su madre, su abuelita y su hermana en un barrio popular del norte de Cartagena (Colombia). Llegaba a su casa después de clase y allí la esperaba su madre; pero no con el almuerzo, si no con la noticia de que un extranjero la esperaba en su cuarto para mantener relaciones sexuales con ella.
Laura nunca supo de donde era éste señor mayor y con acento extraño que la tocaba y la repugnaba. Solo sabía que si no accedía a hacer lo que él quería, su madre había prometido golpearla, como hacá en otras ocasiones por algún descuido de la adolescente propio de su edad. Un día, el padre de Laura fue avisado por una de sus vecinas de esas torturas a las que la madre la sometía. Cuando llegó, vio la terrible escena en la que estaban sus hijas, quienes llorando desconsoladas se lanzaron a sus brazos. A pesar de ya haber interpuesto ya una denuncia por maltrato intrafamiliar contra su ex mujer, la situación no cambiaba, así que decidió llevárselas a vivir con él.
Laura no le había contado a su padre lo que su madre le obligaba a hacer después de clase, por lo que él creía haber alejado a sus hijas por fin del peligro que representaba para ellas vivir en esa casa. Pero lo que no sabía es que lo peor aún estaba por descubrirse.
Laura, como cualquier adolescente de su edad, se enamoró y comenzó a salir con un chico de su barrio. Fruto de esa relación, se quedó embarazada de una niña, pero las revisiones médicas revelaron que Laura era portadora del VIH. Fue así como su padre se enteró de que su ex mujer prostituía a su hija y como consecuencia, la jóven había contraido una enfermedad que podía ser mortal.
Inmediatamente, denunció a su ex mujer por inducción a la prostitución y se puso en contacto con la Fundación Tierra de Hombres, a través del proyecto «Lucha contra la explotación sexual de niños, niñas y adolescentes (NNA)…», donde se proporcionó atención psicosocial a Laura a la vez que la abogada Merly González Ferrigno asumió la defensa del caso: «La niña entró en una fuerte depresión; negaba su su enfermedad, sentía rabia y además culpa, así que no se tomaba sus medicamentos para hacerse daño a sí misma. Lo más triste era que vivía en un estado de desesperanza en la que ya no le importaba lo que pasara con su vida” explica María de los Ángeles Durán, psicóloga de Tierra de Hombres, quien trata casos muy parecidos cada día.
Con el tiempo, se consiguió que Laura tomara las medicinas y se comprobó que ni su hija ni su pareja estaban infectados con el virus del VIH. Hoy Laura está de nuevo embarazada y aunque es una noticia feliz, tras casi un año iniciado el proceso judicial, no se ha dictado sentencia: “Es lamentable que la lentitud por parte del cuerpo investigativo de este caso haya dado al traste con la valentía que tuvo Laura de poner en conocimiento de la Ley este caso de explotación. La esperanza de justicia se ha ido diluyendo en la victima y en su familia, y hoy se encuentran desmotivados. Ciertamente, la continuidad y prosperidad del proceso es la bandera que mantiene viva el interés por parte de Tierra de hombres de lograr un castigo ejemplar a quien en lugar de ser madre protectora significó para su hija su peor enemiga” asegura la abogada del caso.
*Nombre cambiado
Tamar Galarcio Díaz. Pasante de Comunicación en Tierra de hombres Colombia
Por desgracia, tras varios años de espera, el caso de Laura quedó archivado y nunca se consiguió una condena para su madre por parte de la fiscalía. Mientras, cientos de niñas, niños y adolescentes continúan siendo explotad@s sexualmente en Colombia; muchas veces en silencio y en el ámbito más familiar y privado.
Tierra de hombres trabaja desde 2005 protegiendo a los menores víctimas de estos delitos: realizando una atención psicojurídica, reparando el daño sufrido y evitando la revictimización de los NNA durante todo el proceso. Ademas, Tdh promueve el aumento de las denuncias, trabaja por la agilización de los procesos judiciales contra los agresores e inductores sexuales y promociona los Derechos de la Infancia en la sociedad y entre las instituciones públicas con el objetivo de crear una conciencia basada en el interés superior del menor.
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