Una vez, tuve la suerte, en esta corta vida, de conocer a una niña que antes de volver a su casa, quiso ver la luna. Y en estos tiempos de tiempo, por fin pude escribir su cuento.

La niña mágica era de Mauritania, una diosa nacida de tierra estéril, del sol. Tú, la mirabas por primera vez, y en sus ojos estaba todo. No miento.

Ella vino a mi para enseñarme. Ella llegó a nuestras vidas para transformar y ponerlo todo del revés. De tanto amor que traía al mundo, su corazón, quebrado nació y tantos abrazos y caricias quería dar que en cada mano tenía un dedo de más. No miento. Y aunque estoy segura que su corazón hubiera soportado tal desprendimiento de luz, tarde o temprano acabaría rompiendo. Así que un día cosieron su herida pura y luminosa, y tras un año ofreciendo todo lo que ella traía, marchó a su casa queriendo ver la luna.

Para ti desde aquí.

Pilar (familia de acogida de Ebi – 2017-2018)