En el Líbano el destino parece enfurecerse contra los refugiados y refugiadas sirios. Ellos y ellas que han huido de la guerra con la esperanza de reconstruir su vida en un país vecino se ven atrapados por una nueva tragedia. La explosión que ha fragmentado Beirut el verano pasado ha agravado la situación económica y financiera de un país ya presa de múltiples crisis y ha hundido a la población libanesa en una precariedad extrema, azotando de lleno a los refugiados y refugiadas sirios.

«La familia se ha restablecido poco a poco», declara Faten Moussa, una trabajadora social de Terre des hommes – Lausana (Tdh) con base en Beirut. Detrás de estas breves palabras reside toda la fuerza de una familia siria que lucha para sobrevivir después de que su vida haya cambiado de nuevo el 4 de agosto de 2020. La explosión que ha tenido lugar en el puerto de Beirut, provocando centenares de víctimas y destruyendo barrios enteros de la capital, ha segado la vida de uno de los cinco hijos de esta familia y reducido a la nada su lugar de residencia. El pequeño Youssef*, de 12 años, quería mucho a su hermano mayor muerto en la explosión. En estado de shock desde el suceso ahora empieza otra vez a hablar.

Los refugiados y refugiadas sirios representan más del 20% de la población libanesa. La mayoría viven actualmente en la pobreza. Su situación era ya difícil antes de la catástrofe, pero después, su situación es insostenible. «Entre la crisis económica y la explosión, la mayoría de los refugiados sirios han perdido su empleo», explica Faten Moussa. Los obstáculos para proveer a sus necesidades son numerosos. «Muchas familias sirias han perdido a alguno de sus miembros que contribuía a asegurar sus principales ingresos», prosigue ella. En la familia de Youssef, era el hermano mayor quien aseguraba estos ingresos, el padre había muerto en Siria. Después otro hermano de la misma familia ha cogido el relevo. Con 14 años, Bassem* trabaja muchas horas en condiciones difíciles.

Tdh, activa en el Líbano desde hace tres décadas, ha intervenido rápidamente después de la explosión. En colaboración con INSAN, nuestro socio libanes, hemos acompañado a un centenar de familias, distribuyéndoles bienes de primera necesidad, alimentos, productos de higiene, y ayuda financiera. También hemos organizado numerosas actividades psicosociales y hemos ofrecido un seguimiento individual a los niños y niñas y a sus padres en dificultad. Los niños y niñas más duramente afectados han sido orientados hacia psiquiatras o a otros especialistas.

En el caso de Youssef, una psicóloga se ha hecho cargo del mismo. Disgustado por la desaparición de su hermano, el joven se ha encerrado en sí mismo, llegando a estar agresivo e incluso con ideas suicidas. Después de varias consultas, va mejor y se ha abierto de nuevo. En cuanto a Bassem, le hemos informado de sus derechos y hemos contactado con su empleador para reducir sus horas de trabajo y aumentar la frecuencia de sus pausas.

Una familia destrozada una vez más pero que todavía encuentra fuerzas para levantarse.

Crédits photos: ©Tdh/Bilal Koubaissi