Aunque nuestros compañeros de Tierra de hombres- Lausanna (Suiza) están presentes desde hace tiempo (año 2015) en Ucrania, Rumanía, Moldavia y Hungría, las actividades se detuvieron en Ucrania al inicio de los conflictos armados.
Se han desplegado al otro lado de las fronteras para atender las necesidades inmediatas de los refugiados. Hay una gran movilidad de los refugiados, por lo que se necesitan estrategias flexibles para poder desplazarse.
Se están realizando intervenciones directas apoyando a los refugiados ucranianos en las fronteras y en las instalaciones de acogida creadas en países de tránsito y/o destino (Moldavia, Hungría, Rumanía y una posible intervención a través de socios en Eslovaquia y Polonia, en el corto/medio plazo), repartiendo kits de higiene, alimentos y productos de primera necesidad, proporcionando a la vez espacios de protección para los/as niños/as con equipos multidisciplinarios para dar apoyo psicosocial con traductores, psicólogos, trabajadores sociales y enfermeros.
Se está reclutando a la vez equipos móviles en Moldavia, Rumania y Hungría para la respuesta de emergencia a los refugiados de Ucrania, tanto en los cruces fronterizos como en otros lugares donde los refugiados son reubicados/alojados.
Tierra de hombres Lausanna forma parte de la Alianza para la Protección de la Infancia en la Acción Humanitaria (Grupo interinstitucional de ámbito mundial que establece normas y proporciona apoyo técnico para garantizar que los esfuerzos para proteger a los niños de la violencia y la explotación sean de alta calidad y eficaces). Actualmente están trabajando sobre las posibles nuevas actividades.
En este contexto se están manteniendo conversaciones con Solidaridad Suiza, la Agencia de Cooperación Suiza, Organización de Naciones Unidas en espera de la ONU en espera recibir financiación suficiente para al menos atender a las víctimas en los primeros seis meses de esta catástrofe.
Tierra de hombres-España pide ayuda a los españoles para que efectúen donaciones privadas indispensables en este momento para hacer frente a las necesidades cada vez mayores de los más de dos millones de refugiados que ya han salido de Ucrania bajo el miedo, el frio y la desesperanza de saber que, a la vuelta, si alguna vez lo consiguen, encontrarán sus casas derruidas.
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